El turista extranjero típico no se pierde el Zócalo y los edificios que lo circundan, el Museo Nacional de Antropología e Historia y otros rincones del Bosque de Chapultepec, los canales de Xochímilco, el ballet folclórico en Bellas Artes y los santuarios de Frida Kahlo y Diego Rivera en Coyoacán y San Ángel.
Sin embargo, la impresión que ofrece la capital es más bien mixta. La describen como “un lugar para amar y detestar… que alberga lo mejor y lo peor del país… el resultado es una megalópolis cosmopolita y bulliciosa que unas veces es alegre y otras abrumadora”.
La Ciudad de México es también punto de partida. Desde las visitas guiadas a Teotihuacán y Taxco hasta los largos recorridos de los mochileros rumbo al sureste (preferentemente vía Oaxaca), las opciones de salidas son múltiples y prácticamente ningún extranjero las omite.
El turibus ofrece un recorrido de tres horas por la ciudad (www.turibus.com.mx). Para quienes tienen ánimo cosmopolita, es obligada la visita a la Zona Rosa y al Bazar del Sábado. Para comer, los restaurantes de moda en la colonia Condesa. Nadie puede perderse la visita a la Basílica de Guadalupe, al Museo Franz
Mayer y a la Ciudad Universitaria.
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